No creo que quede nadie sin conocer que se ha aprobado y ha
entrado en vigor una reforma laboral (Real Decreto Ley 3/2012). Los medios han puesto el grito en
el cielo, además de muchos colectivos sociales representativos de diferentes
sectores del mundo del trabajo.
Ahora bien, ¿es tan mala como la pintan o es mejor de lo que
parece? Quiero hacer un análisis muy general, alguno dirá que
superficial, sobre el tema.
Por un lado y para el que no lo sepa aún, debido a la
idiosincrasia de nuestro país y su estructura productiva, nos hallamos en una
situación económica precaria. Y no lo es tanto por las cifras, que también,
sino porque estamos en “la picota” de los “dimes y diretes” a nivel europeo.
Por ello había que tomar decisiones. Había que restructurar
el mercado laboral por las buenas o por las otras. Personalmente lo han hecho
por la regla del “ni pa mí, ni pa ti”. La solución que trasciende del RD es básicamente ahorrar en
indemnizaciones flexibilizando/facilitando, según ideologías, el despido y la
contratación. Estaré gustoso de debatir los pros y los contras en los
comentarios, pero no quiero extenderme mucho para no hacer esto muy pesado.
Pero otro punto preocupante es el tema de la pérdida de
control por parte de sindicatos y trabajadores que nos hemos llevado en el
hígado… perdón, en la negociación colectiva. Ahí sí que puede doler a
medio-largo plazo, cuando lo que hasta ahora no era factible y pasará a ser pan
de cada día en cuanto cuaje y es ni más ni menos la supresión de supervisión de
los ERE’s.
Anteriormente para despedir a un cierto número de empleados
había que pasar por el juzgado, donde la tan demacrada justicia supervisaba si
era una realidad o al menos se ajustaba a derecho el proceso, o bien, era una
obra de arquitectura burocrático-jurídica con el fin de “ajustar costes para
optimizar balances” a costa del señor Currito.
El prólogo de esta historia está impreso, ahora veremos
página a página si acabamos comiendo perdices o volvemos a la sopa de ajo.
Autor: Cristian Bailén Jonker
hasta la sopa de ajo no huele a ajo.
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